Enrique E. Shaw

Modelo de empresario íntegro

INFANCIA Y JUVENTUD

Enrique Shaw nace en Francia el 26 de febrero de 1921, sus padres se encontraban allí, junto con su hermano Alejandro, por temas de trabajo en representación de las empresas familiares. Sus padres eran Alejandro Enrique Shaw y Sara Tornquist, su hermano era dos años mayor. Cuando Enrique tenía dos meses de vida vuelven a Argentina para quedarse a vivir aquí. 

El 27 de agosto de 1925, su madre Sara enferma y muere. En su lecho de muerte, le hace prometer a su esposo que educaría a sus hijos en la fe católica.

MARINA

En 1935, cuando Enrique tenía sólo 14 años, decide ingresar a la marina. Los motivos que lo llevaron a esto fue el exigirse superación, fortalecer su carácter, entre otras. Él contaba en sus libretas que deseaba trabajar y no vivir de su padre, quería ser útil a la patria, por eso tomó esta decisión. Quería formar su carácter sin privilegios como los venia teniendo.
Al principio de su tiempo en la marina, Enrique sufrió muchas burlas, silencios, golpes por profesar su fe. Con el tiempo, no sólo dejaron de burlarse, sino que logró que muchos de sus compañeros se convirtieran.
De su tiempo en la marina podemos rescatar muchos ejemplos y acción evangelizadora hacia sus compañeros marines, donde logro convertir a gran parte de ellos. A estos les impartió catequesis para que puedan realizar los sacramentos.

MATRIMONIO Y FAMILIA

En 1941 comienza una relación con Cecilia Bunge, que se encontraba dentro de su grupo de amigos. Luego de dos años, el 23 de octubre de 1943 se casan y con el paso de los años tienen nueve hijos.
De esta parte de su vida destacamos que Enrique pudo llevar su vida laboral y la familiar en completo equilibrio. Su prioridad era su familia y se preocupó siempre por brindarles la mejor educación a sus hijos.
Además, en sus últimos días de enfermedad, él nunca demostraba su cansancio o dolor, sino que quería seguir demostrando su amor y tiempo por su esposa e hijos.

ÁMBITO EMPRESARIAL

Muchas de las personas que le dijeron que no le convenía ingresar a la marina, fueron las mismas que le dijeron que era un error retirarse, sin saber que Enrique siempre quiso cumplir el deseo de hacer con su vida por lo que fue creado.
Enrique descubrió que quería dedicarse a mejorar la vida de la clase social obrera. Sabía que si lograba eso, él iba a encontrar su felicidad.
Así fue que el 15 de agosto de 1945, luego de que terminara la Segunda Guerra Mundial, solicitó la baja a la Armada.
A la semana de solicitar la baja, un tío de su esposa le ofreció a Enrique trabajar en la Cristalería Rigolleau S.A. Enrique meditó durante varios días, pues él veía que podía ejercer como obrero, hasta que un sacerdote lo convenció para que aceptara la propuesta de trabajar como empresario y de este modo seguir con su apostolado.
Enrique, en este ámbito, encontró su modo de ir generando oportunidades de empleo a través de la innovación tecnológica aplicada, de la que se ocupó de estar capacitado para poder capacitar bien a sus obreros.
Antes de ingresar al mundo empresarial, decidió aumentar sus conocimientos, pues siempre quiso saber bien a que se iba a dedicar. Por lo que fue a capacitarse a EEUU.
Cuando volvió a Bs. As en 1946, ocupó el cargo de Asistente General de Planta. Le ofrecieron un puesto de más alto cargo pero lo rechazó, pues quería ir ganando cada lugar que iba a ocupar.
Enrique ascendió en 1948 a gerente de producción de tubos y en 1952 a subgerente de producción. En cada uno de los puestos por los que pasó, buscó todos los puntos en común con la gente, luchando por construir la paz social. Trabajó siempre por la unidad y la verdadera promoción y crecimiento de la clase obrera.
Decía en una de sus libretas: “La función del empresario es sentirse solidario de su obra. Cada empresario y cada obrero, trabajando en conjunto, construyen la paz social. El conflicto de intereses es normal; el de clases, no”.
Enrique fue uno de los promotores de ACDE en Argentina y a sus 31 años fue elegido como presidente.
También, en sus libretas personales escribió: “Es necesario que los hombres de negocio tengan el hábito de encontrarse, de estudiar y reflexionar juntos, en un mismo espíritu de solicitud y de servicio.
De 1954 a 1958 ocupó el puesto de subgerente general en Rigolleau, además de ser director suplente desde 1950 hasta fines de 1959.
Enrique, con su excelente forma de ser y trabajar, fue invitado a trabajar dentro del directorio de muchas compañías, llegando a ocupar 14 cargos directivos al mismo tiempo.
En cada una de las empresas en las que Enrique trabajó, se encargó de que se trabaje siempre respetando a los trabajadores y de acuerdo a sus pensamientos de la doctrina social de la Iglesia.
En 1958, Enrique fue nombrado como administrador delegado de la Cristalería Rigolleau, puesto que equivalía a la gerencia general.

PROBLEMAS DE SALUD. ÚLTIMOS MOMENTOS.

A principios de 1958 le diagnostican un melanoma en el dedo pulgar, el que luego le amputaron y al darle un tratamiento inadecuado por error, provocó metástasis y varios tumores que requirieron sucesivas intervenciones quirúrgicas. Enrique, durante todo este proceso, en lugar de bajar su nivel de actividad, no dejó que el desánimo lo embargara, sino que continuó su acción siempre eficiente y su trabajo sin descanso.
En 1961 viajó a EEUU para convencer a los accionistas mayoritarios de la cristalería de que no despidieran varios empleados por problemas económicos atravesados por el país. Cabe destacar que la enfermedad de Enrique para ese año ya estaba muy avanzada.
A fines de su vida, agradeció a los doscientos sesenta empleados que donaron su sangre para las transfusiones que requirió Enrique por el avance de su cáncer.
Pocos meses antes de morir, anotó en una de sus libretas: “Si yo supiera que me voy a morir dentro de una semana, ¿no quisiera haber demostrado mejor carácter, sobre todo con mi familia?
Se encontró una grabación de Enrique de 1962, donde habla con una claridad que impactaba, pues a esa altura el cáncer le había paralizado la lengua, y demuestra que a esa altura una de sus más grandes preocupaciones era la productividad incluyendo la eficiencia, la buena fe y comprensión de los trabajadores para lograr la felicidad, promoviendo la confianza que tanto se necesita en la economía argentina. Se preocupó por darles tranquilidad pues estaban recuperándose de varias fallas eléctricas que habían tenido.
Finalmente, falleció el 27 de agosto de 1962 de la mano de su mujer Cecilia, aniversario de la muerte de su madre Sara a los 41 años.